Spiga

Deuda

Entonces…despertamos. Fue una catarsis colectiva, algo inexplicable. No creo que ninguno fuera consciente de nada.

Salvo que Antonio estaba allí, tendido sin vida.

El fuego nos hizo reaccionar. De pronto fue como si todo estallase. El lugar era pequeño, las llamas devoradoras, y el humo sofocante. No se lo que tendría Antonio allí, pero lo cierto es que todo se convirtió en un infierno. Podíamos haber muerto abrasados.

Y sin embargo era muy difícil moverse. Había que pasar por encima del cuerpo sin vida de Antonio, para poder salir.

Dios…lo había hecho, ¡lo había hecho ¡

¡Y justamente…el!

No se lo que sentí. Ni siquiera se lo que siento ahora. La película ya no estaba en la pantalla, sino delante de nuestros ojos. El cine se había convertido en realidad.

Todo era real…la deuda estaba saldada y la droga se había encargado del resto.

2 comentarios:

Patorusa

22 de noviembre de 2007, 12:14

En general está muy bien escrito, el problema es que no lo entendí. Sin embargo, creo que es un problema mío, más que de cómo está escrito el cuento.

Se agradece la brevedad, cada vez es más fácil leer sus cuentos.

Alfonso Inzunza German

7 de enero de 2008, 23:47

Me gustó. ¿Qué hubiese pasado si en vez de abrasados por el fuego, hubieran sido abrazados, es decir, hubieran muerto abrazados? Una "z" puede cambiar el curso de la historia.