Spiga

La última noche.


Ella se arregló para él, se puso tal cual a él le gustaba. Él también lo hizo, ambos querían verse perfectos. Ambos sabían que sería la última noche.
En la última noche se puede esperar de todo, desde gemidos, hasta lágrimas. Sin embargo, en esta noche no hubo nada de las dos cosas mencionadas antes. En esta última noche sólo hubo un tu y yo.
En el tu y yo, todo daba vueltas, iban y venían las luces de la disco, iban y venían los amigos, pero ellos ahí, con el nudo en la garganta repitiendo en silencio “no te vayas”. Pero ya estaba todo hecho, sabían lo que el destino les deparaba, porque jamás habría un “nosotros”. El “nosotros" se desdibujaba en los otros, que con sus lanzas lo desgarraban y no dejaban avanzar. Así terminaba la noche, bailando “la chula” de Miguel Bosé, con un cigarro entre los amigos y ellos dos despidiéndose para siempre en un auto.

1 comentarios:

Alfonso Inzunza German

7 de enero de 2008, 23:39

Me gustó el final del relato, porque las cosas ocurren así y no es indiferencia la que impera en la historia entre "nosotros", es una simple paradoja.