Spiga

Su primera vez

No se imaginó que sería así. La falta de amor, el incómodo lugar o la fría noche pudieron haber sido las razones. Siempre fue buena alumna y se sonrojaba al escuchar las historias que contaban sus compañeras mas experimentadas en el tema. Propuestas no le faltaban, pero ella esperaba a su príncipe azul. No le importaba mucho que le dijeran perna y que se burlaran por la cinta blanca que aún usaba en el pelo. Sebastián, un amigo de su hermano, la quería en secreto, adoraba esa cinta y con el tiempo logró que se hicieran buenos amigos. Un buen día se decidió a pedirle pololeo y se quedaron de juntar un viernes, después del colegio, en un lugar cercano.

Antonio terminaba su última línea y salía. Los años de encierro lo habían vuelto un ser que odiaba a la gente. No supo como llegó a una esquina desconocida para él. Se quedó mirando el deambular de los escolares. Pasó la hora y ya no quedaba nadie. Se daba media vuelta cuando vio a una niña preciosa. Parecía una princesa. Ella se veía feliz y caminaba bastante rápido. Casi corriendo. Decidió seguirla. Esperó el momento preciso y atacó. No era su primera vez. El éxtasis de la situación hizo que fuera todo muy rápido y ni siquiera notó la sangre que brotó de la niña. Terminó su tarea, se llevó una cinta blanca como recuerdo y se marchó satisfecho.

Sebastián se quedó esperando un buen rato. Se sintió decepcionado y triste. Pensó que nadie en el mundo se podría sentir peor que él en ese momento, mientras botaba el ramo de flores. A veces, las cosas no resultan como uno espera.

4 comentarios:

Patorusa

6 de noviembre de 2007, 14:46

Así es, no siempre resultan las cosas como uno Espera. Hiciste patente a la caperucita roja. Buena descripción, me gustó eso de la cinta blanca, al parecer todas las escolares la utilizamos, casi casi como signo de castidad. Claro que el cuento del príncipe azul, habría que reemplazarlo por el de pokemon azul, porque al parecer las niñas, ya no sueñan con esas cosas, sino con cuestiones más superficiales, como que el niño tenga autos o se haya agarrado varias niñas y sea el macho de la clase.

Me gustó, pobre caperucita (8)

Anónimo

6 de noviembre de 2007, 22:26

si, aveces uno espera tanto para alcanzar lo que quiere, en el momento preciso y de la forma en que se sueña
pero casi nunca pareciera que se da.
fue trajico igual.
y aunque no me gusta pensar que el principe azul no existe parece que no

Anónimo

6 de noviembre de 2007, 22:42

Claramente la vida tiene dos caras y como diria Forrest Gump , "la vida es como una caja de bombones nunca se sabe lo que a uno le va tocar".

Me gusto el curso del cuento y la cruda realidad que vemos a diario y que los noticieros no comentan.(el segundo plano de las historias de cada persona).

Saludos!

Anónimo

8 de noviembre de 2007, 14:46

Me gustó este cuento, es como irónico , la vida juega malas pasadas algunas veces unas peores que otras, creo que el ramo de flores en el suelo y una espera eterna, no pudo ser tan terrible como tu cuerpo en manos de un extraño , o quizás si? el dolor es tan subjetivo y las malas pasadas de la vida también...