Spiga

Carta al Viejo Pascuero

Querido viejito:
Me llamo Carmen y tengo 14 años. Vivo con mi hermano Felipe, que tiene 6 años y con mi mamá. Mi papá se fue cuando nació mi hermano. Este año me he portado muy bien. Fui de las primeras en el colegio y he sido una buena hermana. Con mi mamá, eso si, discutimos bastante y un par de veces le dije que la odiaba. No me entiende y me reta por todo. Creo que me odia también. Han pasado muchas cosas desde entonces. Esta Navidad no te pediré bicicletas, ni celulares o ropa. Solo quiero que se saque esa cosa con un tubo que le tapa la boca y abra los ojos para decirle que no la odio… que la quiero mucho y le agradezco todo lo que hace por nosotros.
Carmen

1 comentarios:

Patorusa

29 de diciembre de 2007, 16:16

Todos los críticos se han preguntado cuál es el rol de la literatura en la sociedad. Y mientras más se preguntan, más se llega a la conclusión de que no sirve para nada, a excepción de que si queremos pasar un buen rato o malo, dependiendo del libro.
Sin embargo, con tu cuento se llega a otra conclusión. De que mientras algunos pasan por la vida así como muertos, hay cuentos que hacen recordar y ver que uno sigue vivo, porque al leerlos simplemente sientes.
Muy triste el cuento, buenísimo claro, pero triste es ver que somos unos simples mortales, que tenemos que perder a las personas para darnos cuenta de cuánto las amamos o lo mucho que las necesitamos. Quizás por eso somos simples mortales.


Escriba más seguido ¿ya? De alguna manera hay que hacer que Chinaski siga vivo.