Spiga

Elegancia v/s vulgaridad

Era tan preciso, su boca era certera, su nariz un tanto vulgar.

Me gustaba esa vulgaridad escondida tras toda la sabiduría que manifestaba, eso lo hacía irresistible, tal como una prostituta con las piernas juntas, la diferencia era que él no se prostituía ante nadie, lo que le daba un aire de elegancia.

Entre tanta vulgaridad y desconsuelo, me volví su cómplice, y a pesar de nuestra decadencia y toda mi sabiduría, quise parecer vulgar, a ver si se excitaba….me equivoqué, por más que intentaba ser vulgar afloraba toda mi elegancia y como esperaba no se excitó, y así terminé sin un manifiesto y con toda mi elegancia, ahogándome en una copa de vino de mala muerte…que vulgar destino.

Aporte de Francoise



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