Spiga

Perreo

Bailaba con una niña bastante extraña. Vestida de negro, con el pantalón a medio poto, demasiado pintada a mi gusto y con el pelo que le tapaba la cara. Se acercó y me dijo: “Que fome eres… tienes que aprender a perrear”. El animalesco término me pareció gracioso y pensé variadas maneras de hacer eso, afortunadamente bastante alejadas de lo que realmente era. Me sentí fuera de lugar y mientras ella ya “perreaba” con un ambiguo ser parecido a ella, pensé que no era tan malo. La niña en cuestión difícilmente había tomado la bebida Free, o comprado un 303. No vio al Señor Lápiz dibujar ni jugó al Tombo. Yo era bueno bailando Lambada y me divertía con la Sopa de Caracol. Fui por una cerveza y volví a mis labores administrativas. El perreo no me traía mujeres, pero si bastantes ingresos.

3 comentarios:

Anónimo

4 de noviembre de 2007, 23:19

realmente este me parecio un cuento gracioso y que generalmente sucede.
como olvidar la sopa de caracol o un 303
que bueno recordar.
sigan asi me divierto leyendo aqui, van muy bien

Patorusa

5 de noviembre de 2007, 10:10

La vida es así de anacrónica, pero por suerte no excluyente.
Buen cuento, parece que las experiencias, nos dan más para escribir. Aunque dicen que el pasado siempre fue mejor, sin embargo el presente nos da la oportunidad, algo que el pasado no hace.

Alfonso Inzunza German

7 de enero de 2008, 21:07

El relato es una anécdota de generación joven, con humor e ironía. ¿Qué se puede leer más allá? Quizás nada, quizás al narrador solo le interesa contar algo que puede ser una experiencia y nada más. Extraño en los cuentos, que he leído hasta el momento, algo de trascendencia de este mundo, que, a momentos, aparece tan chato. "Trascendencia" no quiere decir "pensamientos mamones". No me gustan los relatos demasiado cerrados, en términos de "realistas" al seco. En verdad la anécdota, aunque sea entretenida debería tener un ingrediente más "espiritual" por colocarle un nombre.
Negarse a los "pensamientos mamones" es ir con la corriente, que hoy en día privilegia la razón por sobre el sentimiento.