Spiga

Sus zapatos

Ya había escogido una ubicación estratégica. Estaba estrictamente vestido de negro y soportaba el infernal calor de la disco a cambio de una postura conquistadora. Se apoyaba en el muro con un cigarro en la mano y con la cuarta cerveza de la noche, mientras miraba y pensaba que tal vez ya no estaba para esas cosas. Divagaba en esos pensamientos, cuando la vio. Vestía un jeans negro que ocultaba un culo perfecto, una polera blanca con un generoso escote y un pelo largo rubio que la hacia sobresalir del resto. Carlos era un hombre de culos y poco le importaba si la mujer de turno tenía buenas tetas o no. Ella bailaba junto a una pareja, y parecía que no se daba cuenta que todos los ojos la seguían. Él se sintió irremediablemente atraído por ella y pensó que era la mujer de su vida. Ensayó mentalmente cincuenta maneras de acercarse a ella. Tenía la costumbre de pensar mucho las cosas y se quedaba mirando fijo sus zapatos, como buscando la respuesta. Ninguna le pareció lo suficientemente buena y decidió ir por otra cerveza.

Romina bailaba junto a su hermano y la polola de él. Había salido con muchas ganas de bailar, pero ya llevaba cerca de una hora y media y nadie la invitaba. Le llamó la atención un tipo bien vestido y sintió que también la miraba. Esperó un rato y se empezó a mover sensualmente de espaldas a él, que miraba al suelo indiferente. Pasaban las canciones y finalmente ella se decidió a tomar la iniciativa. Se dio vuelta buscando su mirada, pero él ya no estaba. “Estará bailando con otra” pensó Romina y invitó a un tipo que estaba cerca, que sin dudarlo aceptó y se fueron a bailar al centro de la pista.

Carlos se armó de valor, de otra cerveza y volvió a buscarla. Ya no estaba. Su gran amor se había ido. Se prometió que nunca más pensaría tanto las cosas. Se dirigió a la barra y se sentó. Pensaba en la oportunidad que dejó escapar, cuando la vio. Era hermosa, pelo largo y negro y a pesar de que estaba sentada en la barra, dejaba notar su buen culo. Se sintió atraída por ella y pensó que era el amor de su vida, mientras inconscientemente empezaba a mirar sus zapatos.

2 comentarios:

Patorusa

2 de noviembre de 2007, 16:52

Es la ironía de la vida, toparnos con el amor y dejarlo escapar, debe ser porque somos muy humanos para ese sentimiento. O quizás muy ingenuos para creer que la persona que está al lado de nosotros lo es.

Buenos párrafos, bien definida la estructura, con simpleza hace que se vuelva al comienzo, porque es cierto, tenemos que hacer una y otra vez lo mismo.

Así con los culos y tetas. Increíble que sean tan corpóreos y lleven a cosas tan profundas.

Anónimo

3 de enero de 2008, 13:24

Es el cuarto cuento que leo del blog.
¿Se fue el amor de tu vida? Además de flirteo... ¿hay algo novedoso en el microcuento? No lo veo. El relato solo relata, al modo de una noticia. Prefiero un cuento más mamón...
Si no me publican los comentarios, este será el último y no creo que siga leyendo sus microcuentos... o quizás sí, en fin.