Spiga

Año nuevo... ¿vida nueva?

Sabía que las fiestas de fin de año son diferentes al resto. Toda la gente sale a divertirse después de los abrazos y en las calles de la capital, las tres de la mañana parecen las ocho de la noche. Al salir de mi casa, mi mamá me dijo que me cuidara, consiente que esta noche la cantidad de vasos que pasarían por mis manos sería mayor. Le dije que no se preocupara y le di un fuerte abrazo y la besé en la frente. Estaba atrasado. Nunca imaginé que sería la última vez que celebraría el año nuevo así. Me quedé de juntar con un grupo de amigos en Alameda con Portugal. Llegaron en la camioneta de uno de ellos. Le decimos “El Jefe”. A él le gusta que lo llamen así. No había mucha gente cuando entré al local. Nos separamos y caminé hacia mi posición estratégica. Después de un rato y de bastantes tragos, se había llenado el lugar. No me sentía ebrio. Miraba como todos bailaban, tomaban y gritaban. Era mi segundo año ya en lo mismo. Sólo los miraba. Aunque se acercaban a mí y me hablaban, no me unía a ellos. Me sentí decepcionado y me quedé sin hacer nada. Sentí un grito del jefe, acompañado de un codazo de otro amigo. Decidí renunciar a mi trabajo como barman. El próximo año nuevo sería diferente.

0 comentarios: